Sei que dia 5 de Junho é só amanhã mas iniciei as movimentações pelos livros e sites de Lorca e dedicados a Lorca há já uns dias. Reli o poema de Drummond de Andrade, as páginas da biografia de Neruda e o poema de Sophia e decidi que não os queria deixar aqui pois sublinham demasiado a morte dele e amanhã é dia de aniversário. Finalmente, ontem à tarde, reli partes do Prosa I, da Akal, de Miguel García-Posada, e nele a crónica de Alfredo María Ferreiro intitulada “Lorca en Montevideo”, de 1934; pareceu-me como sempre linda, sobretudo o grito dos verdes que amanhã deixarei aqui. Mais tarde, abri a Obra Poética Completa, da Martins Fontes, e comecei a escolher poemas. Seleccionei trinta, pequenos na escala de Lorca, para ir deixando às migalhas amanhã durante o dia. Comecei a tremer – como conseguirei passar trinta poemas? Sei que o vício do blog cresce mas, há limites! Lembrei-me da internet e hoje sempre que pude liguei-me e procurei os poemas escolhidos, um a um. Encontrei agora, do Primeras Canciones, de 1922, as CUATRO BALADAS AMARILLAS. E não resisto. Hoje é só dia 4 mas este poema é tão absolutamente belo (como é que sempre que o leio penso que nunca o li antes?) que tenho de deixá-lo imediatamente. Pela parte que me toca, qualquer dia é perfeito para celebrar Lorca. Mais ainda com poemas como este.
CUATRO BALADAS AMARILLAS
I
En lo alto de aquel monte
un arbolito verde.
Pastor que vas,
pastor que vienes.
Olivares soñolientos
bajan al llano caliente.
Pastor que vas,
pastor que vienes.
Ni ovejas blancas ni perro
ni cayado ni amor tienes.
Pastor que vas.
Como una sombra de oro,
en el trigal te disuelves.
Pastor que vienes.
II
La tierra estaba
amarilla.
Orillo, orillo,
pastorcillo.
Ni luna blanca
ni estrella lucían.
Orillo, orillo,
pastorcillo.
Vendimiadora morena
corta el llanto de la viña.
Orillo, orillo,
pastorcillo.
III
Dos bueyes rojos
en el campo de oro.
Los bueyes tienen ritmo
de campanas antiguas
y ojos de pájaro.
Son para las mañanas
de niebla, y sin embargo
horadan la naranja
del aire, en el verano.
Viejos desde que nacen
no tienen amo
y recuerdan las alas
de sus costados.
Los bueyes
siempre van suspirando
por los campos de Ruth
en busca del vado,
del eterno vado,
borrachos de luceros
a rumiarse sus llantos.
Dos bueyes rojos
en el campo de oro.
IV
Sobre el cielo
de las margaritas ando.
Yo imagino esta tarde
que soy santo.
Me pusieron la luna
en las manos.
Yo la puse otra vez
en los espacios
y el Señor me premió
con la rosa y el halo.
Sobre el cielo
de las margaritas ando.
Y ahora voy
por este campo
a librar a las niñas
de galanes malos
y dar monedas de oro
a todos los muchachos.