Nadie antes en la literatura había debutado así. Con una colección de relatos titulada Obras completas (y otros cuentos). ¿Quién deseaba acabarlas? Para colmo, el libro contenía el relato más breve del mundo [El dinosaurio]. Y se levantaba contra la Solemnidad. Y, además, empezaba por el final, puesto que Obras completas era el título del último cuento. Del último cuento del volumen, que no de las obras completas del autor, que en los siguientes años se dedicaría a situarse, con la astucia de la oveja negra a la altura de Rulfo y Borges.
Contenía el libro momentos de alta ternura cervantina y superrealista: "A la orilla del camino vaca muerta muertita sin quien la enterrara ni quien le editara sus obras completas ni quien le dijera un sentido y lloroso discurso por lo buena que había sido".
Al cabo de los años La vaca volvería, pero sólo para dejar incompleta la obra y para recordarnos lo bueno que Monterroso era.
No le dieron el premio Cervantes los tarugos de siempre. Porque no era solemne ni engreído. Y porque no había escrito, decían, sus Obras Completas.
Enrique Vila-Matas | El País (Babelia) | 28 Fevereiro 2004